«Conocedores de lo que fue, lo que es y lo que será»

«Según una antigua tradición pasada de Egipto a Grecia, un dios enemigo de la tranquilidad de los hombres fue el inventor de las ciencias ¿Qué opinión debían tener los mismos egipcios de ellas cuya tierra fue su cuna?… La astronomía nació de la superstición; la elocuencia de la ambición, del odio, de la lisonja, de la mentira; la geometría de la avaricia; la física de una vana curiosidad; todas aun la moral misma, fue hija del orgullo humano. Las ciencias y las artes han sido, pues engendradas por nuestros vicios. De sus ventajas o conveniencias dudaríamos menos si hubiesen, por el contrario, sido fruto de nuestras virtudes»
— Jean-Jackes Rousseau
Sobre las ciencias y las artes

Que la vida es un sueño, todo una ilusión, nada es real; Que el mundo es un teatro, todo lo que aparece frente al escenario de la vida termina por desaparecer, nada permanece; Que no se vive de verdad en la tierra, todo termina por quebrarse, nada es para siempre en la tierra; Que el mundo es una caverna, todo sombras de lo real, nada es verdad; Que el mundo es un mar de pensamientos, todo olvido, nada echa raíz; Que la vida es un desierto, todo un espejismo, nada sacia nuestra sed de verdad; Que se vive entre un abismo y un barranco, todo un vacío, nada tiene sentido; Que el mundo es un instante entre dos eternidades, todo es tiempo, nada somos; Que «el pensamiento es solamente un destello en medio de una larga noche» (H. Poincaré):
En algún rincón lejano del centelleante universo desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más orgulloso y engañoso de la «historia del mundo», aunque sólo un minuto. Tras breves instantes, el astro se heló, y los listos animales tuvieron que morir. Alguien podría inventar una fábula así y no habría ilustrado suficientemente cuan lastimoso, sombrío y fugaz es el intelecto humano dentro de la naturaleza, qué excepción tan arbitraria y carente de sentido es la inteligencia en medio del universo; hubo eternidades en las que ésta no existía; y cuando haya terminado de nuevo, nada habrá tenido lugar.
Friedrich Nietzsche
¿Algo en verdad es real?; ¿Algo en verdad permanece?; ¿Sobre algo en verdad se camina como sobre tierra firme?; ¿Algo en verdad echa raíz?; ¿Algo en verdad no muere? La búsqueda de lo real nos condujo a la búsqueda de lo trascendente, aquello que no principia pero es principio; La búsqueda de lo imperecedero nos condujo a la búsqueda de lo permanente, aquello que echa raíz y el tiempo no puede arrancar; La búsqueda de tierra firme nos condujo a la búsqueda de la región donde el olvido no echa raíces; La búsqueda de la «raíz de la vida indestructible» nos condujo a la búsqueda milenaria del elixir de la Inmortalidad.
El sabio mexicano, Ernesto de la Peña, decía que, «el vino no moría, en todo caso se transforma en vinagre». Hemos encontrado en el vino un elixir de la Inmortalidad; La espuma de jade líquida, el té, por sus propiedades
era altamente apreciada por poseer la virtud de aminorar la fatiga, deleitar el alma, fortificar la voluntad y reanimar la vista… Los taoístas consideraban el té como uno de los elementos principales del elixir de la Inmortalidad.
Okakura Kakuzo
Todo cambia, nada permanece igual. Nada más natural y universal que nacer, crecer, florecer y marchitarse. La Naturaleza despertó nuestra sed de trascendencia, nos sugirió que algo en verdad no muere:
La vid parece muerta en la estación fría y, seca como está, se asemeja a un tronco inútil hasta que, iluminada por los rayos renovados del sol, se convierte en un verde exuberante y estalla en un jugo fogoso e inigualable.
W. F. Otto
Nada es sin una causa, la búsqueda de la naturaleza de las cosas nos condujo a la búsqueda de los principios universales: qué de las particularidades de las cosas es universal, es decir, cuáles las propiedades comunes de las cosas; La búsqueda del substratum ultimo de la realidad, la separación del fenómeno en su inmediatez, nos condujo a la idea de sustancia y al concepto de infinito; Un contacto más profundo con las cosas aparentes nos condujo a la esencia escondida e «inmanente»: El Absoluto; Sólo lo general, constante y necesario: lo objetivo, puede llenar ese gran hueco que produce la falta de sentido en el mundo, y calmar esa ardiente ansia de verdad; el exceso de individualidad nos condujo a lo que está encima de la persona, lo inalterable, las formas eternas; La sequedad de la razón analítica nos condujo a la literatura y a la poesía portadoras de aquella verdad acerca del hombre que la razón ha expulsado del mundo.
Para Octavio Paz la misión de la literatura consistía en descubrir y revelar al hombre;
Descubrir lo que sólo una novela puede descubrir es la única razón de ser de una novela. La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la única moral de la novela.
Hermann Broch
Paz recomendaba a los especialistas en ciencia política que leyeran poesía
pues poquísimos hablan del interior del hombre. El hombre es un ser más complejo que las formas económicas e intelectuales. Los hombres son hombres de pasiones; la gente se enamora, se muere, tiene miedo, odio y amigos. Todo ese mundo de las pasiones aparece en la literatura y, de modo sintético y puro, en la poesía.
La literatura trata, pues, sobre la condición humana:
Quien capte profundamente los sentimientos humanos, dominará el arte de escribir.
Cao Xuequin
Desvelar sus leyes, la verdad que abraza, sí, la verdad de la vida; ¿Cómo indagar y explicar lo que es? ¿Cómo extraerle al azar los acontecimientos que perturban a las sociedades? ¿Cómo pintar los caracteres de las sociedades? ¿Cuál la arqueología de lo social? ¿Cuál el sentido oculto de las pasiones humanas? ¿Cuáles los principios que aproximan a las sociedades a lo verdadero y a lo bello?
La escisión de la Naturaleza nos coloco fuera de nosotros mismos; nos puso fuera del orden natural: somos parte de pero sin pertenecer a; Objetivar la Naturaleza nos permitió descubrir el interior del exterior. Esto marca la pauta para dar paso a las ciencias y las artes, ya que si el hombre descubre que nada en el mundo exterior permanece, nada echa raíces. Todo es efímero y evanescente. Buscará lo que permanece, lo que sí echa raíces, lo que no es efímero. En este sentido, la metáfora de la raíz es ad doc, las raíces estando ocultas son la parte no visible de una planta, es decir, lo invisible de lo visible. Las raíces se fijan a la tierra y hacen más difícil que una planta se pueda desprender de ésta. Entonces, las ciencias y las artes estarán asociadas con la búsqueda de esta raíz, con la búsqueda de esta verdad que yace oculta detrás de una realidad cambiante.
El hombre encuentra en el arte una razón de ser para su existencia y, por modelo, la Naturaleza, instituyéndose una ciencia de la sensibilidad: la estética, y la belleza una forma sensible de la verdad, esplendor de la verdad, luz de las ideas; En el arte se reúnen lo singular y lo universal, la figura del infinito en lo finito: multum in parvo (lo mucho en lo poco).
Somos seres no terminados, faltos de creación porque nos falta ser creados por nosotros mismos. Somos seres creados sin crear. En esto consiste todo arte en re-crearnos.
Las ciencias y las artes son un testimonio de nuestra permanencia en el mundo, nos ejercitamos en ellas para no morir de olvido:
No tenemos más que un recurso frente a la muerte, hacer arte antes de que llegue.
René Char
CIENcia y ARTe comparten que ambas buscan la verdad. Una, la verdad que subyace a la Naturaleza, otra, la verdad que yace en la eternidad de los días.
Las ciencias y las artes, no obstante su naturaleza, comparten la búsqueda de lo permanente en lo transitorio; de lo imperecedero en lo perecedero; la búsqueda, pues, de las leyes que subyacen a lo natural y a lo propiamente humano. En este sentido, podríamos circunscribir todo conocimiento a la búsqueda de lo que no cambia en el cambio:
Dado que al estudiar los fenómenos de la naturaleza nos esforzamos por eliminar lo contingente y lo accidental para llegar finalmente a lo que es esencial y necesario, resulta evidente que siempre tratamos de ver lo básico tras lo dependiente, lo absoluto tras lo relativo, la realidad tras la apariencia, lo permanente tras lo transitorio… esto es una característica, no sólo de la ciencia física, sino de todas las ciencias… es también característico de aquella rama de la actividad humana que intenta formular ideas acerca del bien y de la belleza.
Max Planck
En suma, la existencia del cambio como constante del mundo nos conduce a preguntarnos, primero, ¿acontece según una ley? Es decir, ¿existe una relación que permanece invariable a través del cambio? Segundo, ¿cómo aprehendemos ese invariante? La analogía entre leyes que subyacen a diferentes ámbitos nos conduce a revelar la naturaleza de las cosas:
durante todo el tiempo que persiste una determinada relación, la naturaleza de una cosa permanece invariable.
Aristóteles
Y, «la noción de relación por medio de la cual se conectan cosas diferentes, o partes diferentes de la misma cosa» (Zellini), nos permitió la posibilidad de conocer lo real, toda vez que, «toda investigación consiste en la investigación comparativa, sea ésta fácil o difícil» (Cusa) y una relación posibilita todo análisis comparativo (o investigación comparativa).
De esta forma, Círculo Moneta, tiene como fin cultivar y acentuar esta búsqueda milenaria que subyace al origen de las ciencias y las artes, a saber, desvelar la naturaleza de las cosas asimismo desvelar la naturaleza propiamente humana. Impulsando así el conocimiento de lo universal, toda vez que, Moneta, diosa romana de la memoria (Mnemósine en griego), conocedora de lo que fue, lo que es y lo que será, circunscribe toda búsqueda de la verdad:
Para prever lo que será, el verdadero método es analizar lo que fue y lo que es.
Ragi
Todo hombre es como un hueso, siempre ligado a otro./ Juntos, los miembros forman un solo cuerpo y tienen un mismo origen./ Si la vida causa dolor a un miembro,/ ninguno de los otros permanecerá indiferente./ Si a ti no te provoca nada el dolor de los demás,/ no podemos llamarte ser humano.
Saadí

Hermandad
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
Octavio Paz

