Origen

Una tarde, como ésta, pero de hace 14 años, me encontraba a la orilla del cielo. Atónito por lo que escuche y contemple, un verso cual barca a la orilla balanceaba mi pensamiento. Se repetía cual murmullo de brisa, pensaba: la vida es como florecer en invierno. ¿Por qué? ¿Por qué la
vida es como florecer en invierno? Lo entendía pero no lo comprendía. Así, decidí emprender un viaje, abandone la orilla del cielo y me sumergí en el río de la vida. Estaba dispuesto a aprehender la vida, asirla, atraparla…
Descripción

Por qué ir contra la corriente del tiempo, para qué luchar con algo que ha derrotado a los mejores ejércitos del mundo, ha quebrantado a los hombres más fuertes, ha reducido a escombros las ciudades más bellas, ha enterrado en el olvido los pensamientos más gloriosos, ha borrado de la memoria las hazañas más prodigiosas. Por qué no ser como el tiempo que permanece, que perdura, que fluye, que se ajusta, que se adecua a las formas del devenir y que al hacerlo es otro sin dejar de ser él mismo. El tiempo que permanece sin permanecer en él mismo. No se nos fue
dado el conocimiento del presente sólo que pasa, el presente como un río, fluye, no se detiene. Se dice que detrás de todo misterio hay una verdad, detrás de toda verdad un mito, detrás de todo mito una realidad y detrás de toda realidad la nuestra. También se dice que los grandes momentos siempre van acompañados de un vino y cuando éstos, los momentos, están ausentes los evoca. Así pues buscamos a través de ese vino que destila el pensamiento, desvelar la realidad que yace en nosotros, disfrutar el momento.
Invitación
Comienzo con una cita de Borges, que a la letra dice,
las ideas en poesía no son muy importantes y siempre son las mismas: todo es transitorio, temporal, o si no lo contrario: hay algo eterno. Da lo mismo una que otra; lo valioso es cómo se diga.
Así la poesía busca nuevas formas de expresar siempre lo mismo; busca nuevos sentidos a los mismos significados.
La poesía del momento es, y del momento, el vivir. Se vive el momento, y al tiempo, se le escapa el momento. Cito, de nueva cuenta, a Borges quien recoge está idea y que reza,
lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es.
Si el lenguaje es lenguaje del tiempo, y éste sucesivo, cómo aprehender, con el lenguaje, esos momentos que al tiempo se le escapan.
Por otro lado, la ciencia, a diferencia de la poesía que se alimenta del presente, se alimenta del pasado. Miguel de Unamuno escribió,
que así como los gusanos se alimentan de la materia muerta… la razón se alimenta de las ideas muertas.
La ciencia busca los principios. La matemática no es ajena a está idea, a saber, todo su conocimiento se basa en cinco principios: principio de identidad, principio de razón suficiente: nada es sin una causa, principio de contradicción: no se pueden dar simultáneamente la afirmación y negación de una misma propiedad, principio de analogía y el principio de inducción. Los cuales, al igual que en poesía cuyos temas, o principios, de los que parten para expresarse, sólo son dos: lo temporal y lo eterno, no bastan para desvelar el tejido del mundo, es necesario desvelar la forma en que se hilvanan para descubrir cómo teje el artesano del mundo en ese telar que llaman historia. Y que en poesía se corresponde con cómo se exprese lo temporal o lo eterno.
La poesía y la matemática comparten que son artes que buscan nuevas formas de expresar siempre lo mismo. Nosotros somos los mismos pero diferentes día a día. De hecho, los mayores misterios no son los que se ocultan sino los que estando a la luz del día permanecen desconocidos para nosotros, es decir, lo que es que diferente es. Así pues, buscamos a través del lenguaje, sea éste el de la matemática, el de la poesía, el del arte o el de las letras, aprehender lo que al tiempo se le escapa: el vivir.
De esta forma, Ita, círculo de poesía, invita a probar el fruto del árbol de la vida. No sólo a disfrutar del conocimiento sino también a despertar la pasión por el vivir. Ya que, poeta, no es el nombre de un talento, es el nombre de una pasión. Y la pasión del poeta: el vivir.
Apertura
¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos?
El mundo es un poema que se escribe sobre dos grandes hojas: el día y la noche; la mejor poesía no es la que se escribe sobre páginas en blanco sino la que se lee en lo que se vive, y que se escribe, sobre las dos grandes hojas del ser: el corazón y el pensamiento, hojas contenidas en ese libro que llaman cuerpo. Somos libro abierto, por el día escribimos con la pluma del pensamiento, por la noche con la del corazón; amar es escribir poesía con el cuerpo; volverse prófugo del tiempo, eterno lo que el tiempo no puede aprehender. Amar es, pues, acariciar la eternidad: desvelar la poesía que fuimos, escrita en la noche que seremos; a la vida se viene a recordar el camino de regreso a casa, porque el hombre es huérfano de existencia. Ese camino la poesía; de olvido adolece el mundo y el hombre del olvido de sí mismo. La poesía el arte que combate el olvido; el mundo un poema, porque detrás de todo poema un rostro se oculta, el del poeta. Y el poeta que escribió el mundo, su rostro oculta. Así desvelar lo que ocultan las palabras de un poema, es desvelar el carácter del poeta. Desvelar el carácter del poeta, pintar su corazón. Ya que las palabras que nacen del corazón son las que se hacen poesía; los artistas, los de corazón endiosado. La poesía el corazón embriaga; somos seres no terminados: faltos de creación. Porque nos falta ser creados por nosotros mismos: somos seres creados sin crear. En esto consiste todo arte: en re-crearnos. La poesía re-crea; desnudos al mundo llegamos pero no para vestir el cuerpo sino para vestir el alma, para adornarla, para protegerla de lo efímero y evanescente de la realidad. La poesía atavía el alma; El estado se crea para proteger al hombre ante la agresividad del medio exterior, el hombre fuera de su naturaleza es frágil, vulnerable. Pero, ¿quién nos protege de nosotros mismos? ¿Cuál el estado que rige la intimidad? La ciencia es un estado, la verdad nos protege de la realidad aparente, de lo falso. La religión con su concepto del bien nos protege del mal. La imaginación es otro estado, se dice que los cuentos son medicina del alma para los pueblos que sufren, la imaginación nos protege de la realidad. El saber nos
protege de nuestro miedo a la ignorancia. Los diferentes estados que protegen al hombre, lo han abrigado tanto que ha dejado de sentir, ya no distingue las estaciones de la vida. Al ser se le viste con el velo del amor para protegerlo sí, de la hostilidad de la realidad, pero no sin dejar de sentir. El amor con su velo, protege la intimidad de las miradas ajenas. Lo que hace falta es instaurar el estado del amor, dejar de mirar hacia afuera y mirar hacia adentro. Quien gobierna el estado interior, la poesía; el músculo más fuerte que tiene el hombre no es el que ejercita físicamente, sino el que ejercita con la palabra, la lengua. La lengua es el músculo más fuerte porque es el único músculo independiente en todo el cuerpo. Así la fuerza de un hombre yace en la fuerza de su palabra. La poesía imprime fuerza a nuestra palabra; espacio y tiempo son una ilusión sólo el momento queda. Del momento la poesía es; imaginar es adormecer los sentidos, acostar la realidad. La poesía de la noche es, invita a imaginar, a adormecer la razón;
El hombre es el único animal que cuando cópula puede mirar a los ojos a su pareja.
Octavio Paz
La poesía mira a los ojos; hay que hidratar las palabras para que no se sequen. La poesía hidrata las palabras; qué es el amor sino una guerra desatada por el deseo cuyos estruendos estremecen el cuerpo, en la que cualquier trinchera es refugio, aquella que glorifica al caído muerto de amor. La poesía una tregua; el amor un río desenfrenado nos vuelve. La poesía los diques que permiten encausar esa pasión; Todo es poesía:
[de la poesía] ha brotado todo y a ella debe tornar.
Schlegel
La exclamación
Quieto
no en la rama
en el aire
No en el aire
en el instante
el colibrí
Octavio Paz

